Escapada sorpresa a la Costa Brava

El pasado 2 de febrero hizo 7 años que David y yo empezamos un viaje juntos. Un viaje lleno de aventuras y, por suerte, pocas desventura...


El pasado 2 de febrero hizo 7 años que David y yo empezamos un viaje juntos. Un viaje lleno de aventuras y, por suerte, pocas desventuras pero lo más importante es que mantenemos la misma chispa con la que iniciamos este camino. Así que, para celebrarlo, me preparó un fin de semana sorpresa en uno de los rincones que más me gustan de Catalunya. ¿Queréis saber que es lo que visitamos? ¡Pues os cuento cómo fue la toda la historia!


Un par de semanas antes del aniversario recibí un Whatsapp de David en el que me decía si tenía algún plan para el fin de semana del día 1 y 2 de febrero. Yo, extrañada porque aún quedaban varios días para que llegara la fecha, le dije que no tenía nada en mente y me contestó que me reservara los dos días porque él sí que tenía un plan que no me podía desvelar, sólo me dijo que tuviera en cuenta que pasaríamos el fin de semana fuera de casa. ¡Menuda cosa que me dijo! ¡Con lo cotilla y agonías que soy! Pues nada me tocó esperar y no dar muchas vueltas a la cabeza sobre al sorpresa...

Llegó el sábado y me pasó a buscar por casa. Porque mentiros, tenía unos gusanillos en el estomago que hacían que no pudiera dejar de reírme sola, que malos son los nervios... Vi que cogíamos la autopista dirección Girona. Este detalle ya me gustó porque, como ya sabéis, amo toda esta zona de Catalunya... Durante el camino íbamos hablando de nuestras cosas y en un u otro momento me decía "¿Qué? Te imaginas hacia donde vamos?" y claro mi respuesta era negativa. Pero cuando llegamos a la carretera que conducía directamente al pueblo de Begur se disiparon las dudas... ese fin de semana lo íbamos a pasar en mi paraíso terrenal, la Costa Brava.

Sólo llegar a Begur nos trasladamos al hotel. El hotel se llamaba El Petit Convent y era una maravilla. Un hotel pequeñito, con gran encanto ya que toda la parte de recepción  y salas de estar las paredes eran de piedra. El trato con la gente de recepción fue exquisito después del Check- In la chica nos enseñó las instalaciones. Nos contó que al no tener servicio de bar teníamos las 24h, por cortesía del hotel, magdalenas, café y té. También podíamos ver pelis en la zona de televisión, servicio de "Biblioteca" (podíamos coger los libros de la zona de descanso y leerlos en la habitación o en los sofás), un ordenador con acceso a internet gratuito y WIFI gratis en todo el hotel. Luego nos acompañaron a la habitación. Ya en la habitación nos encontramos con la gentileza del hotel de una caja de bombones. La habitación no era muy grande pero me pareció super acogedora con una cama muy cómoda y muy amplia. El baño era también pequeño, pero tampoco era un espacio muy reducido. Del baño me quedo con la ducha... era de aquellas que la alcachofa es efecto lluvia.. tenía muchas ganas de probar una así y realmente es una pasada... muy relajante. 


 












Después de dejar las cosas en el hotel fuimos a comer y a pasear. Comimos frente de la iglesia de Begur donde, para ir rápido ya que era tarde, pedimos un plato combinado. Pensamos que sería más pequeño pero acabamos bastante llenos. 

Después de comer, y bajo la lluvia, paseamos por las callejuelas de Begur. Me sorprendió ver las calles tan vacías en comparación de la época estival que son un hormiguero. Después de visitar el centro fuimos hacia a un mirador donde se puede ver toda la costa y las islas Medas. La pena es que la niebla nos enturbiara la vista porque si no hubiera sido maravillosa.


 


  

 Acto seguido cogimos el coche y nos fuimos hacia Pals. Pals es un maravilloso pueblo medieval que se encuentra en la cima de una colina. Visitar Pals es trasladarte a un cuento de príncipes y princesas ya que todo está hecho de piedra y tiene un encanto espectacular. Además de callejear por sus callejuelas fuimos a la Plaça de la Vila, la Torre de les Hores, la Iglesia y las torres de defensa.


 


 


Al ser invierno la noche cae enseguida así que nos trasladamos al hotel. Descansamos un poco y planeamos un  poco todo lo que haríamos el domingo. Luego fuimos a cenar a un bar a cenar. El bar, desgraciadamente no recuerdo el nombre, se encuentra al lado de la policía local, cenamos una hamburguesa casera, una tapa de quesos con pan con tomate y de postre tarta de queso. Estaba todo realmente riquísimo y a muy buen precio.

El domingo empezamos el día bajando a Sa Tuna. Esta es mi cala... mi paraíso terrenal. Recuerdo que en otro post os hablé de ella y os conté lo que significaba para mi. Estando tan cerca de ella y no bajar era como "traicionarla" (sí, sé que estáis pensando que estoy medio o totalmente loca pero la vinculación que tengo con ella es muy grande.) Una vez allí, y aprovechando el buen tiempo, nos acercamos por el camino de ronda a Aiguablava, la cala de al lado. Estando tan cerca la una de la otra no la había visto nunca.



  



Luego nos trasladamos a Peratallada. Peratallada también es otra maravilla de pueblo medieval en medio del Baix Empordà. Es difícil expresar con palabras la belleza de este pueblo así que espero que con las imágenes os podáis hacer una idea de como es y, como no, si visitáis el Baix Empordà no dejéis de visitarlo.


 


 



 

Para finalizar la ruta matinal nos acercamos a Monells. Es un pueblecito muchísimo más pequeño que Pals y que Peratallada. Su plaza central y todas las callejuelas adyacentes, separadas las unas y las otras por arcadas, son dignas de ver.


 


 


 





El hecho de ir a Peratallada y a Monells es porque yo ya los conocía y siempre le había hablado muy bien a David. Así que, como que él no los había visitado nunca, aprovechamos para visitarlos.

Luego nos trasladamos a Girona. Siempre hemos dicho que, si no viviéramos en la provincia de Barcelona, Girona seria una ciudad que no nos importaría para nada trasladarnos. Girona es especial... es encantadora, bonita, tranquila, mágica... Ver las vistas del río y de la catedral desde sus maravillosos puentes hace que te enamores de ella a primera vista.



Al no saber donde ir a comer hice un llamamiento a mis seguidores de Twitter para ver si nos recomendaban algún lugar "Bueno, bonito y barato". Los amigos de Mucho más que Viajar nos recomendaron el restaurante "La Arcada" en la Rambla Llibertat número 38. Comimos el menú del día que por ser domingo era muy económico y muy bueno. Así que nosotros también os recomendamos este restaurante. 

Después de comer, gracias al plano y a las recomendaciones de Información y Turismo, volvimos a descubrir la ciudad. Primero visitamos la basílica, luego visitamos el museo de la catedral y la catedral, seguidamente  visitamos el exterior de los baños árabes, a continuación nos sumergimos por las calles del barrio judío para terminar paseando por el paseo de al lado del río y tomar algo con vistas a la catedral. 


 


  

 
 







Cuando cayó la noche despedimos, con vistas de la catedral iluminada, un fin de semana fantástico y difícil de olvidar en mucho tiempo. 



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1 comentaris

  1. ¡Qué bonita es la Costa Brava!
    Solemos ir en verano pero hay que reconocer que en invierno tiene mucho encanto también :)

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